Literatura, poemas, escritor Argentino, Daniel Winer
Casualidad y años de recomendaciones de lecturas y gustos compartidos, colocó en mis manos el libro “Nada que no encuentres”, de Daniel Winer.
Autor poco conocido, poeta, del que leí éste, su primer libro.
En general, más que cálida, su poesía intimista revela un estado interior de conmoción ante los detalles que surgen en su poética con mínimas palabras y revelan su genealogía.
Me conmovió especialmente el siguiente poema que me permito copiar aquí:
Así mi pesar
Se hizo a un lado
Y lo que será
Me alcanzó nuevamente,
Como si estuviera esperando.
El poema, casi un epigrama, por la brevedad y lo amplio del significante, expresa en cada palabra el origen del autor, su cultura se abre al sentido con una concisión casi mágica, sin dejar de lado la doble negación del título, que con una palabra que da cuenta del vacío, "Nada", pero en su construcción implica que habrá un encuentro, un título oxímoron.
Se habla de pesar, resignación, sabiendo que lo que sea que espera en el futuro, volverá, irremediable repetición, todo retorna.
Las particulares del carácter y preocupaciones con que se identifica al judaísmo están en este breve texto, con síntesis y economía de palabras que aún así, deja espacio para la sensación.
Del único modo, “Así”, el pasado “hizo”, el futuro “será”, la posibilidad “estuviera”, la certeza de la irreversibilidad de los hechos, que en algunos casos se traduce como pesimismo pero que es en definitiva la visión de una forma de enfrentar lo que vendrá sin olvidar, una forma particular de perspectiva de la vida. La memoria es para los judíos un valor, algo sólido, un sentido de conciencia y existencia y es una línea indiscernible entre su presente y su futuro, transferida al texto: no es posible el unívoco presente, no es posible el pasado, en el sentido de dejarlo atrás, todo volverá a ocurrir.
La gran sencillez, concisión y carácter elíptico de este texto ofrece diversas perspectivas cognitivas, afectivas, aunque se esté tentado de considerarlo como un panóptico, o sea visto en su interior desde un sólo punto de vista, no se puede ignorar la articulación desde la polisemia de palabras “pesar” o de peso, no de pena, “hizo” o izo de izar, “Como” de comer, en vez de comparar, sin dejar de lado el título “Nada” o nadar, hacia la relación fugaz expresada en los cambios temporales de los verbos, estableciendo el sentido ficticio de los sucesos en un mismo instante, como si el presente, pasado y futuro no pudieran instituirse en algún orden sino resuelto en una visión, característica de la poesía judaica: intimista, sin poner énfasis en la exégesis porque la supone, sin necesidad de la explicación y sin depender del tiempo.
La palabra “lado”, específicamente no es ajena a las peculiaridades de la poética judaica, en referencia a los paralelismos, dejar de lado, no es dejarlo atrás, ni descartar; el pesar es un sentimiento que acompaña al pueblo judío y se hace presente en todos los órdenes del arte.
El poema es una representación sucinta de una forma de ver el mundo muy característica del pueblo judío.
El resto del libro está salpicado de variaciones entre temas y formas, separado en partes, Letanías, Trazos, Palabras para mi padre, y, entre otros: Canto.
En hebreo, el vocablo shir designa a la melodía que acompaña al poema, emociones sin adecuarse a la métrica o a la rima, son sus especificidades, en ese sentido, el libro de Daniel Winer, se ajusta al lenguaje emocional tan propio del poemario judaico y puede encontrarse en él diferentes perspectivas de la visión de este autor, cálida, entrañable, un libro cuyas páginas, con poemas que se integran al espacio en blanco conforman un silencio que grita.